El 6 de enero de 1992 Universidad de Chile iniciaba la reconstrucción institucional, después de un año
en el Ascenso en 1989 y disputar la liguilla de Promoción de 1991. Con Arturo Salah en la banca, los azules recobraron el prestigio, volvieron a ser protagonistas, estuvieron a un paso de ir a la Copa Libertadores, pero, ante todo, forjaron las bases del título que terminaría con un cuarto de siglo sin vueltas olímpicas en 1994. Definitivamente: La nueva U.
Sergio Sánchez, el “Viejo”, era un antiguo funcionario de Universidad de Chile y trabajaba en el Sauzal, el desaparecido complejo deportivo ubicado en Américo Vespucio, donde la U entrenaba. Ante las carencias, tomaba una carretilla con brasas de carbón y procedía a secar la ropa de entrenamiento en un pequeño camarín. La ropa, por supuesto, quedaba pasada a humo, pero no había otra.
Eran los duros tiempos en que el Chuncho sobrevivía en el fútbol profesional. En la temporada 91 batalló en la liguilla de Promoción frente a Everton, Deportes Puerto Montt y Soinca Bata, de Melipilla.
En ese escenario de la nueva U, se hizo cargo Arturo Salah, quien entre 1975 y 1981 jugó 236 partidos en la U. El presidente del club era el doctor René Orozco, académico de la Casa de Bello. Con el aval del rector Jaime Lavados, en medio de una situación que parecía terminal por los desbordes de la barra y una severa crisis económica.
Salah no quería asumir. Entendía que era impracticable la dualidad entre la Roja (era el seleccionador) y un club, pero Abel Alonso, timonel de la ANFP, el Colegio de Entrenadores, Orozco y sobre todo Humberto Lira, un dirigente de cadetes histórico del club, que en ese momento ocupaba el cargo de director de selecciones nacionales de menores, lo convencieron. Alonso estimaba urgente recuperar a los azules para el fútbol chileno.
Salah recuerda que ese plantel se conformó con 300 mil dólares, una cifra menor frente al poderío de Colo Colo, vigente campeón de la Copa Libertadores, Universidad Católica y Cobreloa.
El comienzo fue en el estadio San Jorge, del Banco del Estado. La pretemporada partió con Jorge Socías, el ayudante de Salah, e ídolo del club. En ese cuerpo técnico estaban además el preparador físico Luis Rodoni, y los exjugadores Hugo Carballo, Leonardo Montenegro, el kinesiólogo Sergio Pacheco y el coordinador Juan Fuentes, quien trabajó durante 35 años en la institución.
Hubo una gira a un cuadrangular en Ecuador (Copa Pacífico: derrota con Emelec y empate con Sporting Cristal) y luego, antes del estreno en la Copa Chile, los azules se impusieron en la Copa Viña del Mar, donde superaron a Wanderers (4-1) y en la final a Everton (3-1). Eso fue una semana antes del debut por los puntos con los albos.
El sábado 29 de febrero, en el Estadio Nacional, ante 64.793 espectadores, el clásico terminó en un sorprendente 3-3. El cambio de imagen, con relación a las campañas anteriores, fue notorio. La U remontó el 1-0 de Jaime Pizarro e incluso estuvo 3-1, gracias a los tantos de Eduardo “Gino” Cofré, Mariano Puyol y Cristián Mora. Se apreció de inmediato el orden del equipo y la llegada de jugadores que serían fundamentales en el ciclo que terminaría con la vuelta olímpica en El Salvador, después de 25 años sin ser campeones del torneo local.
Mariano Puyol, compañero tres temporadas en la U cuando Salah militaba en los azules, estima que el conocimiento que el entrenador tenía de la institucuón le ayudó a elegir los futbolistas adecuados. “Arturo escogió gente que era del perfil del club, sabía cómo era la U. Creció lo futbolístico, que va de la mano con lo institucional. Su llegada cambia el club, no solo armó un equipo, ordenó la estructura en todos los aspectos, desde las inferiores hasta el primer equipo”, cuenta el zurdo, que ante Colo Colo marcó con la derecha.
La carretilla con brasas fue reemplazada por una lavadora y una secadora industrial. Como cuenta Juan Fuentes, la pobreza era franciscana.
“El Sauzal era deplorable. Arturo me llevó a la selección y ahí los de la U nos dimos cuenta de lo pobre
que éramos. El “Viejo” Sánchez secaba las camisetas con una carretilla con carbón, la ropa de partidos la mandaban a lavar a la señora Otilia en Renca. El Guatón de los Pollos partía con una camioneta tipo ‘Pan de Molde’. Era de barrio. La constructora de Manuel Pellegrini hizo todo. Se notó la mano. Miguel Amigo con el atleta Víctor Ríos tenían la marca de ropa deportiva Avia, en Pedro de Valdivia, cerca de Irarrázaval. Ellos pusieron la ropa y les fue bien. Ahí ya parecía club de fútbol. Salah le dio el nivel que se necesitaba. Tuvimos condiciones de trabajo, balones. En cadetes los papás compraban las pelotas,
imagínese”.
Lee el resto del artículo sobre la nueva U en el #19 de Tribuna Andes.