Mediodía en Santa Laura. Suena el pitazo final que concluye el entrenamiento y los jugadores enfilan rumbo a camarines. Bastián Yáñez prepara su segunda temporada en el plantel de Unión Española, club del cual es parte desde los ocho años. Con orgullo dice que toda su familia es hincha de la “Unión”, y que desde ahí nació su pasión por el equipo del cual hoy es pieza importante en la ofensiva.
“Yo nací en Renca y sigo viviendo ahí, cerca de Carrascal. Un día mi papá me tenía una sorpresa: llevarme a una prueba a la Unión Española. A pesar de que a uno siempre lo quieran llevar a probarse a otros equipos, a mí siempre me gustó la Unión. Me llamaba mucho la atención esa sensación de familia que genera el club y la cercanía con la hinchada”.
-¿Y cómo fue ese momento?
Emocionante. Después de eso comencé a entrenar en las juveniles, me iba en la micro 408 y hacía combinación con la 230 para llegar al Estadio. Así fue hasta que debuté el 2018 por el primer equipo. Ese es uno de los mejores recuerdos que tengo.
-¿Cómo le avisaron que iba a ser parte del primer equipo?
Tenía 16 años recién cumplidos y alternaba tres días en el primer equipo y dos días en la juvenil.
Cuando terminó el entrenamiento, el último día que me tocaba estar con el plantel, Martin Palermo se me acerca y me dice que tenía que seguir con ellos porque posiblemente podía ir citado y podría debutar. Él era un técnico cercano, me hablaba y daba consejos, fueron tres citaciones y a la cuarta debuté.
-¿Y se mantuvo en el primer equipo?
En ese tiempo todavía jugaba en el fútbol formativo, pero al estar citado al primer equipo uno le agarra otro gustito, además de venir con otro ritmo y otro roce por estar jugando en primera. Suele pasar que en estos casos uno llega más agrandado, pero siempre trato de estar con los pies en la tierra y demostrar, ya sea en la juvenil o en el primer equipo, mis capacidades.
Lee aquí el resto de la entrevista con Bastián Yáñez del #7 de #TribunaAndes
