El maridaje entre fútbol y arte se da en espacios públicos en Argentina y Brasil, sobre todo. Inmortalizar a los héroes en grandes murallas se hizo un clásico en Sudamérica. Allí, con mucho esfuerzo, se trasladó a los lienzos con algún valor trascendente.
Distinto es el origen, donde otra vez son los ingleses los protagonistas. Thomas Webster, ya en 1839, mucho antes de la creación del fútbol moderno, pintó “Football”. La obra data sobre los clásicos Martes de Carnaval del siglo XII, cuando se jugaba con una vejiga de cerdo.
La primera obra oficial que mezcla fútbol y arte moderno se le adjudica a Thomas Hemy, quien homenajeó a su equipo tras ganar tres campeonatos en “Sunderland vs. Aston Villa”, de 1895. Un cuadro británico que siempre llamó la atención fue “Just another bloody Saturday”, de Peter Howson, que retrata la violencia de los años 80.
En los primeros años del siglo XX un puñado de ilustres vinculó fútbol y arte. Entonces, osó pintar lo que se insinuaba ya como el gran fenómeno social de las sociedades industrializadas. El francés Víctor Félix Delaunay exhibió “Football” en 1917, levantando una ola de críticas. El ruso exiliado Nicolás de Staël, de vida atormentada y que terminó suicidándose. Este artista tuvo su momento de epifanía en el Parque de los Príncipes que plasmó en “Los futbolistas”.
Recordemos que Manuel Pellegrini cuenta con una valiosa obra de arte dentro de su colección.
Pero fueron fundamentalmente los italianos los que impulsaron la mezcla que nos convoca. Umberto Boccioni deslumbró en 1911 con “Dinamismo de un giocatore di calcio”. Carlo Carrá, de caótica vida política, inmortalizó a los campeones del 34 con “Partido de fútbol”, de estilo futurista. Un expresionista, Renato Gattuso, hizo “Calciatori”, un deslumbrante ejercicio para resaltar el movimiento de los músculos.
¿Y los famosos? Pues el colombiano Fernando Botero pintó “Niños jugando al fútbol”, donde los pequeños son, naturalmente, gordos. Andy Warhol inmortalizó a Pelé cuando jugaba en el Cosmos. Pero, definitivamente, los que más destacaron fueron los españoles. Dalí, hincha del Barcelona y arquero en su pueblo natal, hizo una serie dedicada a los movimientos futboleros. Miró se hizo cargo de toda la imagen artística del Mundial de 1982. Pablo Picasso no pintó, pero hizo una pequeña escultura llamada “Footballeur”, que hoy está en el museo dedicado a su obra en París.