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27a edición

Chile atraviesa una coyuntura histórica y el fútbol no es un oasis. Forma parte de esta realidad. La violencia instalada en las grandes ciudades estaba hace rato en las canchas locales, pero la impresión es que nunca tuvo tal nivel de descontrol. Es un hecho que los clubes y la ANFP perdieron el control político de la actividad y quedan al arbitrio de autoridades administrativas, que por lo general desconocen la naturaleza del espectáculo y operan con la lógica de correr el mínimo riesgo.

El traslado desde la periferia al estadio o desde Santiago u otras urbes genera trastornos a los ciudadanos, al comercio, altera la vida de las personas que transitan en las carreteras. En rigor, el fútbol es un problema para la sociedad chilena. Lo que por décadas fue una fiesta hoy se constituye en un foco de conflicto. ¿Cómo afrontar estas definiciones? Con liderazgo, pero no se aprecia ni en los clubes y tampoco en la mesa de Quilín. El proyecto Matrix-ANFP, el plan estratégico para 5 y 10 años, aprobado por los dirigentes en 2017, duerme el sueño de los justos en algún escritorio. Un trabajo que daba una mirada de mediano y largo plazo se dejó de lado por mezquindades o desidia.

En todas partes el balón está rodando a otro ritmo. Lo vemos en los Sudamericanos Sub 20 y Sub 17. En la cancha, la tecnología y los datos se transforman en un factor de conocimiento e información que los entrenadores recogen con avidez. En esta edición de Tribuna Andes abordamos el aporte que la Inteligencia Artificial entrega a la planificación de los técnicos, aunque las definiciones futboleras de las bancas jamás perderán vigencia. En tiempos complejos, cuando el torneo languidece, el periodista Juan Cristóbal Guarello reflexiona sobre el marasmo que ofrece el campeonato. La propiedad de los clubes, a partir de las políticas que disponen los cuadros en manos de representantes de jugadores, en especial los asociados a empresarios argentinos, es un motivo más que poderoso para entender la situación actual.

Los Juegos Panamericanos de Santiago 2023 se acercan y la opinión de los especialistas aterriza las expectativas. Leonardo Viana apunta a que Chile ocupará el octavo lugar. La distancia con las potencias continentales se transforma es irremontable, pero la mayor cita que nuestro país haya albergado desde el Mundial de 1962 es la ocasión precisa para dar un salto cualitativo. En el plano organizativo, la errática conducción de la Corporación Santiago 2023 nos mantiene en vilo. Un bochorno sería lapidario y generaría consecuencias incalculables, incluso en el plano político. Al menos, desde el ministerio del Deporte se aprecian gestos y decisiones para direccionar a una entidad que hasta ahora no dio el ancho, porque se encerró, se ensimismó y casi nunca escuchó.